El Coloso

En 1913 El Coloso fue entregado al Museo del Prado. Se creía que era un Goya auténtico. Recientemente se ha cuestionado su autenticidad. La pintura, también conocida como El Gigante o El Pánico o La Tormenta, ha sido considerada una de las piezas maestras de Goya. La composición se basa en un grabado de Goya titulado Gigante Sentado. Javier Goya, el hijo de Goya, heredó la pintura en 1812.

Self-Portrait, Degas, 1855

El Coloso (1808-1812) Museo del Prado, Madrid, España

Self-Portrait, Degas, 1855

Gigante Sentado en un Paisaje (alrededor de 1818) Museo Metropolitano de Arte, New York, New York

Aunque todavía aparece listado en la página web del Museo del Prado como una obra de Goya, la descripción que allí se hace de El Coloso es ambigua en cuanto se refiere a su atribución. El sitio web del Prado no menciona ninguna investigación científica sobre la pintura. La descripción del Prado enfatiza las deficiencias estéticas de la pintura como pertenecientes a Goya. Menciona específicamente la monotonía del paisaje, las pinceladas repetidas y sobre todo una ejecución tentativa.

En el año 2008, el Museo del Prado excluyó la pintura de la exhibición llevada a cabo ese año, Goya en tiempos de guerra. Los historiadores de arte tales como Manuela Mena, curadora jefe de las pinturas del siglo XVIII del Museo del Prado, y Juliet Bareau-Wilson, un restaurador de la pintura, expusieron sus dudas acerca de la autenticidad. Los investigadores han propuesto una atribución a Asensio Juliá quien fuera amigo y asistente de Goya. Juliá actuaba a veces como colaborador de Goya, al final de la vida de éste.

La decisión de atribuir El Coloso al asistente de Goya, Asensio Juliá (1760-1832) se tomó luego de un estudio intensivo de la pintura. Los historiadores de arte pudieron identificar varias discrepancias entre El Coloso y Goyas auténticos. Por ejemplo, en el borde inferior izquierdo de la tela aparecen de manera borrosa las iniciales “A.J.”

Algunos investigadores de Goya rechazan la nueva atribución diciendo que las “iniciales” recientemente descubiertas corresponden a los primeros dígitos de un número de inventario. Así puede verse el número 176 en las fotos antiguas de la pintura. Las “iniciales” se habían interpretado previamente como el número 18. Este número es una referencia a la descripción de la pintura, que se titula Un Gigante en el inventario de 1812. El inventario dice: “un gigante con el número dieciocho”.

El conocimiento y el análisis técnico se aúnan en este caso en contra de la atribución de El Coloso a Goya. Los estudios de Goya que están a favor de la re-atribución de El Coloso también señalan que la calidad del trabajo es inferior a la de cualquier Goya auténtico. Las dudas sobre la autenticidad de esta obra surgieron durante el proceso de restauración cuando los expertos notaron una disparidad en la calidad de materiales utilizado para ejecutar la obra.

Otros estudiosos en cambio dicen que el análisis técnico del Prado sugiere que El Coloso es un Goya auténtico. Consideran que se compara favorablemente en lo que se refiere a composición y técnica con las Pinturas Negras de Goya. Los expertos dicen que la relación entre El Coloso y las obras de Juliá debería ser más contundente antes de concederle una atribución definitiva a este último.